viernes, 26 de marzo de 2010

Cerrado por reformas

Hoy se exhibía en el cine Gran Rivadavia, al aire libre ya que adentro hay miles de fantasmas, El secreto de sus ojos, la peli-del-momento, a modo de "protesta" para que no demuelan el cine y lo reabran. Aprovechando el suceso, rescaté de mi anotador una pequeña crónica del día en que a la mole de cemento le pusieron el cartel de "Se Vende". Ahi va.

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Requiem para
Recuerdos de un cine de barrio
(y algo tachado)

El cartelón puesto hace una semana en la imponente fachada del cine Gran Rivadavia es tajante: SE VENDE. Nuestro cine no existirá más. Ya era muy poco creíble el collage de letras que informaba a la población de Floresta que estaba "CERRADO POR REFORMAS". Esa notificación ya tenía, mínimo, 5 años. Incluso se podría decir que no es de extrañar la venta. Pero ese cine era distintivo del barrio. Una referencia.

Allí, pibes de mi generación pudieron ir a sus primeras funciones a la pantalla grande, o al teatro. Siempre me recuerdan que de purrete me llevaron a ver a Los Picapiedras. O los testimonios de mis tíos, mártires, que llevaron a ver a mis primas a las infames -y afortunadamente olvidadas- Bananas en pijamas. Pero no sólo había entretenimiento infantil. En ese teatro supo tocar León, y también Spinetta. Eso es un lujo para cualquier curriculum teatrero.
Los afiches que hoy sirven para tapar el enorme hall central y las dos escaleras imponentes, todo vestido de mármol, nos revelan sus últimas películas exhibidas: La Edad del Sol (plena época revolea-ponchos); una gran película llamada Secretos y mentiras; y una que (¿lo habrán sospechado?) sería un éxito rotundo de taquilla: Jurassic Park.

De vez en cuando, algún afiche se da vuelta de manera misteriosa para revelarnos otro título. Tal vez sean los intentos del propio cine por mantener viva su memoria.


Si, se equivocó el boludo: es Floresta, flaco.