viernes, 3 de junio de 2011

Y si Buenos Aires me parece la mejor puta ciudad del mundo, no es porque sea el aventurero transatlántico, sino porque todavía con la almohada vas a discutir política, y después vas y ves al Obelisco ahí a tres cuadras mientras recordás "yo acá venía" y toda esa infancia porteñísimamente vagabunda y te cruzás holandos vestidos de incas; y después de ahí te metés un poco al arrabal y te das cuenta de la lija que tenés vas te metés en la fonda donde los dedos están aceitosos y el perfume es el del carbón; y salivás un poco cuando ves ese vaso con el fondo violeta y no aguantás, pedís un tintillo mientras te clavás una hamburguesa, con mucho chimi como nos gusta y leés Clarín porque qué vas a leer; y relojeás Justo a Tiempo porque qué vas a ver, además Delfina es un minón. "Provecho" y salís al airecito, que el vino de la casa es el de la mano más pesada y menos mal que hay monedas, así te hacés un viajecito de 40 y sin parar de escuchar las canciones te mandás a ese barrio ignoto de la ciudad, desde donde pensás "Buenos Aires es la mejor puta ciudad del mundo" y seguís, todo el día toda la noche.